domingo, 10 de abril de 2011

¡TAN SÓLO UN HOMBRE!

Te deslizas entre las calles, sorprendes entre la naturaleza, embelleces hojas de papel, captas los instantes que la palabra sola no podría transmitir, lo inerte en ti cobra vida, campante caminas por escenarios, tablas, galerías, pentagramas, piernas humanas, telas y salones, en manos obreras indagas por el estante donde, por acto involuntario, deberás reposar tu temible e intensa ociosidad que dueño experto en charla amena y detallista encontrará, porque es sabido que eres una maravillosa rareza a la que nadie, en algún momento de su vida, escapa de venerar, pues de tus manos hechas de letras, plomo, óleo, sonido y movimiento en pies inquietos, brota un árbol, nace vida, emerge una historia encantada de realidad u otras reflexiones un poco más alentadoras, empieza un nuevo día siendo aún las cinco de la tarde, muerdes el sentir humano y lo que te llevas es decorosamente ganado. No obstante, probar la miel resultante de las vicisitudes que desencadena aprehenderte y usarte noblemente, es poder vivir el encuentro de las casualidades que te hacen diferente a todo. Arte, que te llevo por simples calles, mientras me pierdes en eternos laberintos, con qué derecho me embargas en metáfora y me traicionas en nota musical, cuéntame que traes a mi vista, a mi entendimiento y a mi necio oído en tu próxima visita, por qué mis días llevan tu gris y tu amarillo sin antes preguntar por mi ánimo, por qué veo apaciguar tu fuego mientras estoy en llamas, por qué tu electricidad se toma los cuerpos y los agita hasta hacerlos alcanzar el cénit de su espíritu, por qué tu esencia me exhorta a tal punto en que mi cuerpo ya no es táctil, ¡arte! Que sólo luz despliegas, no me complazcas de tal manera, soy tan sólo un hombre.